lunes, 9 de noviembre de 2015

Cómo sobrevivir a un lunes sin morir en el intento

(Un lunes cualquiera de primero de bachillerato)
Primero asimila que no puedes evitarlo. Por más que te escondas bajo tu mantita seguirá siendo lunes. Tarda unos 7 segundos, nunca más de 7 segundos aguantando esa odiosa alarma que te propone levantarte bailando. Tu cuerpo tendrá otros planes muy distintos a ese pero ponle más ganas y consigue salir de la cama y caminar hasta el cuarto de baño. Anda despacio y casi sin levantar los pies del suelo, quizás, si no haces ruido, la vida no percata tu existencia y te deja vivir. Échate agua en la cara  sin establecer contacto visual con el espejo, eso sería demasiado arriesgado. Eso, tú no me hagas caso, ¿esto es lo que querías, descubrir que tu pelo, o lo que queda de él, tiene libertad de expresión? Pues sí, la tiene, y hoy no está dispuesto a quedarse quietecito. Mientras tú duermes, él sale de fiesta y ahora ha caído puyero, no le culpes. Ahora ve a despertar al insecto que dormita en la habitación de enfrente y se hace llamar tu hermano. ‘¿Quieres dejarme ya, coño? Ya voy, no estoy sordo.’  Aprovecha para pedirle que te deje esa sudadera que tanto te gusta. ‘¿Qué es una sudadera? Déjame en paz. Su respuesta a las 7 de la mañana siempre será afirmativa. Ya tienes la sudadera, ahora vístete. No intentes peinarte, hacer la mochila será más productivo. Coge el bono bus y sal por la puerta, sin la mochila. Aprovecha que pasa ese vecino del perrito que nunca te saluda para reírte a carcajada limpia de ti misma y de su cara de cirujano. Vuelve a entrar. Procura salir con la mochila. En caso contrario, acude a un especialista. Ponte música mientras de diriges a la parada intentando seguir el ritmo de la canción pertinente. Siempre será demasiado lenta o demasiado rápida, no intentes entenderlo. En tu paso casi ficticio veloz y descompasado pisa una mierda. Te recordará durante las 6 horas de clase lo afortunada que eres y tu compañero de mesa se acordará de tus padres. Acuérdate entonces de que empiezas el día con gimnasia. Exclama: ¡Mierda! El vecino y su perro pasarán por tu lado y te darán la razón entre risas. Llega a la parada con vida y sin haber matado a nadie. Al menos inténtalo.  O mejor todavía, mátate por llegar a un autobús cuyos planes no son esperarte. Correr con mochila te hará sentir estúpida y al subir todos los pasajeros te miraran con cara de ‘Enhorabuena amiga, pero aunque ahora te falte un pulmón te toca ir de pie.’ No mires desesperada en busca de un asiento, mantén tu dignidad y quédate de pie junto a la puerta, como si no te importara en absoluto. Cuando se acerque tu parada pulsa el botón rojo descubriendo que ya estaba pulsado. Siéntete imbécil. Después recuérdate a ti misma que hace poco que descubriste que la tabla de planchar no quemaba. Apúntate en la mano la palabra: ‘ESPECIALISTA’. Duda de tu memoria y añade a continuación: ‘LLAMAR’. Si te pregunta alguien durante el día diles que se ha estropeado la persiana del salón y tienes que recordarle a tu padre de llamar a… y que persianista te sonaba demasiado a músico. Bájate en el hospital y camina más lento cuanto más te acerques a la puerta del instituto. Convéncete a ti misma de que no puedes huir en globo aerostático y entra. Sube hasta tu clase con cuidado, ya tiraste una vez a una profesora en esa misma escalera. Ríete cuando llegues a ese tramo. Un niño de metro y medio de 1ºESO te mirará asustado. Dile que cuando llegue a bachillerato lo entenderá. Entra a tu clase con cara de lunes. Los que se resisten a tener cara de lunes soltarán un: ¡Buenos días! Di: ‘Igualmientes’ lo suficientemente rápido como para que entiendan lo que quieren entender. ‘Qué frío’ o ‘qué sueño’ pueden ser las frases claves para calmar la tensión. Guárdate un ‘qué hambre’ en el manga para sobrevivir las tres últimas horas. A partir de ahora no mires demasiado el reloj. Los minutos no correrán tanto como tú en gimnasia y cada vez que veas el minutero en el mismo sitio que hace 5 minutos te dará un pinchazo en el costado. Corre al lado de tu amiga asmática con tus dos rodilleras puestas, con algo de suerte el profesor se compadecerá y pitará 30 segundos antes de tiempo. Esos segundos serán la delgada línea entre la vida y la muerte. Mientras ejercitas tu cuerpo ve preparando tu mente para el examen de la hora siguiente. Cuando te repartan el bendito examen de inglés exclama: ‘Y pensar que la gente paga por dilatarse la oreja con exámenes así….’ Cuando la pseudopersona que parece que habla en reptiliano te pregunte que qué has dicho dile que quieres un folio. Pedir un folio es la clave para que tu profesor respire tranquilo con una sonrisa de oreja a oreja. Las próxima hora será una lenta espera al bocadillo de nocilla que mamá te ha preparado. Disfrútalo, la hora siguiente lo echarás de menos. Que se trate de tu asignatura favorita y tu profesor más sexy paliara el hambre y el sueño. El frío no. Descubrirás que tu profesor sexy tiene una verruga no sexy y gigante en la mano que acaba de apoyar en tu cuaderno para resolverte una duda. Nunca podrás mirar al ácido ortofosfórico con los mismos ojos. Llega tarde a la siguiente clase, tu profesor de Filosofía te pedirá que te quedes reflexionando acerca de la evolución cultural en el pasillo. A última hora tienes Lengua. Te gusta pero la hora que es te hará desvariar un poco. Cuando la profesora escriba P.N. bajo la cajetilla de análisis sintáctico exclamaras: ‘PENE’ con un torrente de voz que ni tú misma esperabas. Todos te mirarán, algunos con cara de póker, otros riéndose y tu profesora con esa cara que sabes que ha puesto, siempre la pone cuando quiere que sepas que esperaba más de ti.  Tu compañero de mesa colocará su mano sobre tu hombro en señal de consuelo. Limítate a mirarte la mano, coge el boli rojo y rodea ESPECIALISTA cuantas veces sea posible.

-De hoy no pasa.
Ríete. Dite a ti misma que has intentado tomarte un lunes con filosofía, aunque haya sido desde el pasillo en reflexión…y sonríe. Que nadie lo entienda. 

4 comentarios:

  1. Hacía mucho que no me pasaba por aquí, pero esta última visita ha merecido mucho la pena. Me he reído lo que no es normal con esta entrada.

    ¡¡Muchas gracias!!

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