viernes, 8 de agosto de 2014

Shatsi

9 de agosto. Ya hace un año que empezó todo esto y casi parece que fue ayer cuando me tiró una botella de agua por encima en Matalascañas para que hablara porque estaba enfadada y había decidido hacer voto de silencio. Y lo consiguió. Empecé a hablar con ella y aún no me he callado. (Y eso que todos me conocen por no hablar mucho.) Pero con ella fue distinto. ¿No os ha pasado nunca que acabáis de conocer a alguien y ya sentís que os entiende como si llevara una vida con vosotros? Pues algo así. Tan solo acababa de empezar a acostumbrarme a su tono de voz y ya sabía que me quedaba mucho por escucharla. Que se haría más importante y... que no quería perderla. Y así ha sido. A pasitos cortos diarios ha conseguido ganarse toda esa confianza que a menudo escondo por miedo a la decepción y que, con ella,  sólo ha sido fuente de buenas sorpresas al ver que a veces podía entenderme mejor de lo que yo lo hacía. Y ahora puedo decir que me conoce como si siempre hubiese estado aquí. Como si un hilo invisible nos hubiese mantenido unidas desde siempre. Exactamente eso, una conexión invisible que, a veces, cuando nos reímos juntas se hace palpable. Quizás es por eso que puede escuchar las palabras que no digo, ver las lagrimas que caen por dentro y sentir el miedo incrustado en mi garganta formando un nudo, aunque yo siga sonriendo. Quizás es por eso que hemos permanecido unidas a pesar de las circunstancias, mejores o peores, que se han ido desencadenando. Y quizás es esa conexión especial la que siempre le ha hecho entender el cariño, para muchos inexistente, de esta niña arisca. Y saber así que no soy alérgica a los abrazos sino que necesito más de los que me atrevo a pedir. Y que también necesito darlos aunque no siempre sea capaz (Voy mejorando, todo hay que decirlo). Hoy, hace un año que empezaron nuestras parlas nocturnas y se que jamás se acabarán. Con cada nueva charla,  por whatsapp o en persona (Sí, también sé hablar en persona.), el hilo invisible se va rellenando de más y más confianza, hasta el punto de hacer que desaparezca ese miedo a ser nosotras mismas y decir lo que sentimos que compartimos. Hasta el punto de ser capaces de decir "Tengo miedo" sin que eso nos haga sentir débiles. Hasta el punto de saber que ese hilo solo puede hacerse más y más fuerte sin límite ninguno. Así son las amistades fuertes, las que no dejan de crecer y se hacen aún más fuertes en los momentos de mayor debilidad. Las que no se dejan vencer por grandes tempestades (Aunque algunas de ellas puedan hacer que se desate el hilo… con la fortuna de saber que el otro seguirá ahí, contra viento y marea, sin necesidad de que nada le agarre.)  Gracias por ser mi mejor amiga cuando ya había olvidado lo que eso significaba realmente. Gracias por no rendirte jamás en tu tarea de convencerme de que soy alguien que merece mucho la pena conocer. Gracias por estar en momentos difíciles y muy difíciles, sabiendo como hacerme sonreír cuando sólo quería llorar. Gracias por no fallar nunca. Por los abrazos que curan y las palabras mimadas al milímetro cuando más hacen falta. Por enseñarme que el no ya lo tengo así que solo me queda ir a por el sí. Por preguntarme por mis exámenes cuando todos creen que no lo necesito. Por recordarme siempre que busque a la Pilar con la que yo estoy a gusto no la que espera nadie. Por tu frase de "Hasta a la mejor gimnasta del mundo se le escapó el aro en los juegos olímpicos" para recordarme que todos mis fallos han sido necesarios para ser quien soy hoy. Gracias, alma gemela, shatsi, campeona. Gracias Marta, por llegar un 9 de agosto para quedarte. Felicidades viejecita, aquí están tus 18. Y tu shatsi. Ahora y siempre. Crusesita. Eres grande.

sábado, 24 de mayo de 2014

Los vacíos también pesan.

¿Quieres saberlo? Pues sí, duele. Y pasa el tiempo y se ríe de mi. Otra vez lo he conseguido, ¿eh? Y tiene razón. Otra vez he perdido. Y nunca duele tanto una derrota como cuando lo has intentado con todas tus ganas. Y al final queda esto. Nada. Las manos vacías,la cabeza alta y la sonrisa puesta. Hay que seguir. Levantarse. Olvidar. Descolgar las fotos. Esconder las cartas. Desalojar a los recuerdos. Desquerer. Mentir. Me da igual..no importa. Caer. Bajar la cabeza. Bañarte los ojos. Llenarte las manos de impotencia. Querer tanto como siempre y que eso sea más inútil que nunca. Agarrar a los recuerdos por el pescuezo y darles la razón. ¿Quieres saberlo? No soy de piedra. Sonrío para apretar el nudo en la garganta y que el miedo no se escape. Este miedo a perder lo que ya está perdido. A sentir este vacío. ¿Quieres saberlo? Llevo palabras incrustadas en el pie para dolerme a cada paso. La decepción a cuestas y mil recuerdos que me persiguen para darme un toquecito en el hombro para que mire atrás y vea que esto se ha acabado. Resuenan las risas. Resiento abrazos. Vuelvo a mirar las fotos. Releo las cartas. Las promesas me pellizcan el alma. Me ahogo por dentro. Intento entender. Conocer lo que ya no conozco. Y entonces vienen.
Los recuerdos malos de patitas largas. Gritos. Malas caras. Dobles intenciones. Aguantar. Tragar. Resistir. Patada al orgullo. Volverlo a intentar. Fallar.Patada al orgullo.Volverlo a intentar. Sentirte inútil.Patada al orgullo. Volverlo a intentar. Celos. Egoísmos. La culpa volando siempre hacia fuera. Olvidar lo que duele. Dejarlo atrás. Volverlo a intentar. Volver a fallar. Matar al orgullo. Una vez más. Nada de nada. Canciones que arrugan el alma. Aplazado, de nuevo inacabado, agotado, no sé si podré dar más... Vamos,ahora, que no mira nadie. La impotencia me empaña los ojos. Un recuerdo salado me baja hasta la boca para recordarme que cuesta sonreír. Miro a mi orgullo a los ojos. Ya tuvimos suficiente. ¿Quieres saberlo? No soy de piedra. Yo también necesito huir y que me sigan. Querer y que me quieran. Llorar y que me abracen. ¿Creías que no? Pues sí, me duele. Me duele que después de tanto no lo supieras. Que dudaras de este vacío que siento. Este vacío que es sólo vuestro y pesa. Y que, lo creáis o no, nadie podrá llenar.



lunes, 20 de enero de 2014

Felicidad inmortal

Como dos colores muy distintos que se complementan a la perfección, así somos tú y yo, dos palabras que no se sueltan de la mano a pesar del tiempo y la distancia. Dos palabras que cuando estaban juntas se unían para dar la palabra más invencible del mundo: Nosotras. Y nadie nos ha ganado. Las niñas de la equipación de Capi y  Navas no han dejado de ganar partidos juntas.  La alta y la ''medio baja'' (tú ya me entiendes) han llegado juntas de puntillas a todo aquello que se hayan propuesto. 
Juntas se han comido el mundo cual sándwich de nocilla. ¿Y qué dificultad no se supera con un buen zumito de melocotón? La patashula y su amiga del alma han corrido, siempre con rodillera, hacia una felicidad que no se muere... hasta acabar muertas del cansancio tumbándose a descansar entre risas que no necesitaban motivos. Risas que aún escucho con cada recuerdo. Las dos sositas que sabían ponerse sal con gorros de cubo de palomitas. La tímida y la echá pa'lante que siempre encontraron el punto exacto para sentirse bien las dos. Tú, mi equilibrio para montar en bici después de mi primer percance rotuliano. ''Sigues sabiendo montar en bici, Pilar, eso no se olvida. Y que se rían de ti si te caes, que los mato.''
Tú, que me entendías aunque no hablara. Que sabías que no podía dejar de llorar aunque no vieses lágrimas. Que reconocías mi miedo en sonrisas que se hacían las valientes delante de la gente. Yo, que sabía que te dolían palabras de las que decías pasar. Que sabía que aunque hablaras por mi y por ti, callabas más de lo que necesitabas soltar. Que veía tu cariño infinito hasta en las palabras más bordes y en los abrazos que no supimos darnos y que no hicieron falta. Tú y yo, que nos conocemos mejor que nuestras propias madres. Y por eso ellas, no entendían que no nos hacía falta darnos dos besos al vernos y despedirnos, que ya sabíamos cuánto nos queríamos y eso estaba muy visto. Que éramos más de decirnos 'te quiero' con una mirada cuando la profesora decía ''Poneos por parejas'', con un cabo verde, con un ''amigas para siempre'' en un colgante, con fotos juntas de dos niñas que odian las fotos, con bolsas de chuches compartidas, con puntitos rojos idénticos en la mano, con confesiones secretas sobre chicos que siempre nos gustaban a las dos, con charlas nocturnas que no se acababan, con un 0131 en un porterillo sábado si y sábado también y con las lágrimas de dos chicas duras que se dieron su primer abrazo de despedida para que la otra supiera: 'Oye, que esto no se acaba'. 
Y aquí está, el día de tu decimoséptimo cumpleaños, la misma niña con la que soñabas a ser mayor, queriéndote dar un frasquito de esa felicidad inmortal que construimos juntas; para que la niña con la que yo aprendí a reírme se ría hoy más alto que nunca, con esa risa que sólo ella tiene y que yo nunca olvido. A por muchos años más con la ilusión perenne de los 6. Te quiero Martita, esto no se acaba.