domingo, 7 de agosto de 2011

Esta es mi suerte



A veces es suficiente una mirada, una sonrisa; o ambas cosas congeladas en un segundo para dos personas. Suficiente para comprender que tienes algo muy valioso ahí, en frente tuya, solo para tí.
Otras veces basta con alejarte un poco de esa persona para sentir que ya no eres la misma, que falta algo. Y es al echarlo de menos cuando te das cuenta de que es lo más importante de tu vida. Que lo darías todo por estar un segundito más a su lado.
Es entonces cuando entiendes que al no estar a su lado puedes seguir sonriendo, pero nunca con la misma fuerza.
Es justo en ese momento cuando comprendes que la suerte no está ni en los cupones, ni en los juegos de azar, ni siquiera en los tréboles de cuatro hojas.
La suerte está aquí mismo, delante tuya. Mirándote a los ojos de una forma peculiar, hablándote con la mirada mientras tu te sumerges en ese color..Azul, como cuando el mar se confunde con el cielo. Apartándote el pelo de la cara para colocarlo con delicadeza por detrás de tu oreja esperando que le sonrías. Y le sonríes, y el se te queda mirando como si la vida le fuera en ello. Agarrándote de la mano como si no quisiera dejarte escapar, cuando en realidad eres tú la que no debes dejarlo escapar a él.
Y de pronto te dice que te quiere, que te quiere mucho. Y a partir de ese segundo piensas que nada puede salir mal si estás con él, pero no es así.
La realidad es que todo podrá salir mal, pero mientras lo tengas contigo, lo demás te sobra.
Y ya puede pasar un gato negro, que tú ya no crees en esas cosas. Que no te vas a inmutar lo más mínimo en mirarlo. Porque sinceramente, en ese momento para tí solo hay una cosa que contemplar. Y esa cosa no podía ser otra que él.