lunes, 20 de enero de 2014

Felicidad inmortal

Como dos colores muy distintos que se complementan a la perfección, así somos tú y yo, dos palabras que no se sueltan de la mano a pesar del tiempo y la distancia. Dos palabras que cuando estaban juntas se unían para dar la palabra más invencible del mundo: Nosotras. Y nadie nos ha ganado. Las niñas de la equipación de Capi y  Navas no han dejado de ganar partidos juntas.  La alta y la ''medio baja'' (tú ya me entiendes) han llegado juntas de puntillas a todo aquello que se hayan propuesto. 
Juntas se han comido el mundo cual sándwich de nocilla. ¿Y qué dificultad no se supera con un buen zumito de melocotón? La patashula y su amiga del alma han corrido, siempre con rodillera, hacia una felicidad que no se muere... hasta acabar muertas del cansancio tumbándose a descansar entre risas que no necesitaban motivos. Risas que aún escucho con cada recuerdo. Las dos sositas que sabían ponerse sal con gorros de cubo de palomitas. La tímida y la echá pa'lante que siempre encontraron el punto exacto para sentirse bien las dos. Tú, mi equilibrio para montar en bici después de mi primer percance rotuliano. ''Sigues sabiendo montar en bici, Pilar, eso no se olvida. Y que se rían de ti si te caes, que los mato.''
Tú, que me entendías aunque no hablara. Que sabías que no podía dejar de llorar aunque no vieses lágrimas. Que reconocías mi miedo en sonrisas que se hacían las valientes delante de la gente. Yo, que sabía que te dolían palabras de las que decías pasar. Que sabía que aunque hablaras por mi y por ti, callabas más de lo que necesitabas soltar. Que veía tu cariño infinito hasta en las palabras más bordes y en los abrazos que no supimos darnos y que no hicieron falta. Tú y yo, que nos conocemos mejor que nuestras propias madres. Y por eso ellas, no entendían que no nos hacía falta darnos dos besos al vernos y despedirnos, que ya sabíamos cuánto nos queríamos y eso estaba muy visto. Que éramos más de decirnos 'te quiero' con una mirada cuando la profesora decía ''Poneos por parejas'', con un cabo verde, con un ''amigas para siempre'' en un colgante, con fotos juntas de dos niñas que odian las fotos, con bolsas de chuches compartidas, con puntitos rojos idénticos en la mano, con confesiones secretas sobre chicos que siempre nos gustaban a las dos, con charlas nocturnas que no se acababan, con un 0131 en un porterillo sábado si y sábado también y con las lágrimas de dos chicas duras que se dieron su primer abrazo de despedida para que la otra supiera: 'Oye, que esto no se acaba'. 
Y aquí está, el día de tu decimoséptimo cumpleaños, la misma niña con la que soñabas a ser mayor, queriéndote dar un frasquito de esa felicidad inmortal que construimos juntas; para que la niña con la que yo aprendí a reírme se ría hoy más alto que nunca, con esa risa que sólo ella tiene y que yo nunca olvido. A por muchos años más con la ilusión perenne de los 6. Te quiero Martita, esto no se acaba.