miércoles, 24 de abril de 2013
No puedo vivir sin ti, no hay manera.
domingo, 14 de abril de 2013
Lo que hay detrás
Saber dónde está el error ayuda a reparar el daño, como cuando te sangra la rodilla al caerte aprendiendo a montar en bici. Sabes que te duele justo ahí y puedes verlo, y pedirle a tu madre que te cure. Claro que, con el dolor físico, siempre es mucho más fácil. El dolor que sentimos por dentro de nosotros mismos es mucho más complejo. Podemos sentirlo pidiéndonos a gritos que le pongamos una tirita. Pero no podemos verlo. No sabemos exactamente dónde está. Duele mucho, pero en tantos sitios a la vez que no lo localizamos.
Con los problemas pasa un poco de lo mismo. Podemos arreglarlos ,o al menos podemos intentarlo, cuando sabemos que están ahí. Cuando localizamos la zona de dolor. La verdadera impotencia llega cuando tenemos el problema detrás nuestra todo el tiempo. Nos giramos pero es más rápido que nosotros, así que nunca lo vemos. No sabemos que existe. Y vivimos felices, e ingenuos, pensando que todo va bien mientras cargamos con el problema a la espalda. Y el problema, listo como él solo, se alimenta de nuestra ingenuidad. Y crece. Y crece. Y crece. Tanto que se hace más grande que nosotros. Tanto que empieza a pesarnos. Cada día un poco más, hasta que ya no podemos con él y nos caemos de espaldas a la realidad. Y todo porque nunca supimos verlo. Todo porque nadie nos dijo: Ten cuidado, que lo llevas detrás. Y ahí estás, tirado en el suelo, pensando cuánto tiempo llevan los momentos felices siendo un engaño. Preguntándote a ti mismo cómo vas a quitártelo de la espalda para poder levantarte de nuevo y huir de él. Y si merece la pena el esfuerzo de intentarlo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)