domingo, 1 de diciembre de 2013

Lo difícil de entender a las persianas.

Siempre me pareció curioso lo parecidas que son algunas palabras que tienen significados sin ningún tipo de conexión, al menos aparente. Y siempre me pareció estúpido eso de tomarse las apariencias como verdad absoluta e incuestionable. Y siempre pensé que la única forma de entender una explicación es mediante ejemplos. Así que, siendo fiel a mis creencias personales, pongamos por caso las palabras ''persona'' y ''persiana''. Sé lo que estáis pensando, pero he de deciros que no estoy loca, sólo lo aparento. Soy una persiana muy cuerda...persona, quería decir persona. Lo sé, sé que no entendéis esta curiosa comparación y que no queréis pareceros a esos seres odiosos que son las persianas. Estropeadas cada dos por tres y con  ese ruido odioso que hacen cuando son subidas por tu madre un sábado a las 12 que despierta hasta los muertos. Y digo ''hasta'' aunque verdaderamente yo recién levantada soy prácticamente como uno de ellos.
Algunos, como las persianas viejas, nos vamos estropeando con el tiempo y otros, cuando duermen, hacen ruidos similarmente molestos. Pero no es ésta la comparación que me vino a la mente al empezar a escribir esto. Me fijé en esos seres que vemos cada día a día y me centré en esas pequeñas aperturas que nos dejan ver una mínima parte de lo que está el otro lado. Y es que los seres humanos somos un poco así, algunos más que otros. Nos colocamos una barrera gris infranqueable dejando sólo entrever una pequeñísima parte de lo que hay detrás, lo que llevamos dentro de nosotros mismos. El quid de la cuestión está en encontrar a las personas adecuadas, esas que ejercen, por así decirlo, el papel de madre subiendo nuestra persiana para hacer mucho ruido y despertar así a nuestro yo real. 

INSTRUCCIONES PARA ECHAR DE MENOS

Absténgase de practicar la acción de forma no planificada, los resultados pueden ser desastrosos. Para echar de menos como Dios manda ha usted de hacer lo siguiente: En primer lugar debe usted elegir su objetivo: ¿A quién va a echar de menos? Porque doy por hecho que añora a personas, o al menos a situaciones que las impliquen, y no sólo bienes materiales tales como el plato de puchero de este mediodía que por desgracia ya no existe. Antes que nada, quiero recordarle que para practicar esta peligrosa acción debe tener usted principio de masoquismo. Una vez elegido el objetivo, debe dirigirse a un lugar en el que no sea molestado (Existe la actividad de echar de menos en conjunto..."Oh, te acuerdas cuando...?Sí, que tiempos aquellos..." odiosa para mi gusto porque siempre es excluido aquel que no ha vivido las peripecias a tratar. Lo que yo siempre digo, falta de planificación. ) A lo que iba, el lugar puede ser elegido en función de que la actividad se realice con mayor éxito. Para ello puede elegirse el sitio en el que se pasó más tiempo con esa persona o vuestro "lugar clave". Espere un momento, no se mueva, es conveniente que lleve pañuelos aunque acompañar la acción con llanto es sólo opcional. Puede hacerlo con medias sonrisas cada vez que le sale un recuerdo, si lo prefiere o hacer una mezcla de las dos. Oiga! Hablando de recuerdos, la actividad puede verse enormemente intensificada con música. Elegir vuestra canción o una que incite a esos dormilones a despertarse puede ser clave. Si se poseen recuerdos materiales puede ayudar mucho al éxito de la actividad tenerlos presentes. Bien, a continuación, póngase cómodo y respire hondo porque lo siguiente puede empezar a doler. Cuando se sienta preparado mire a su alrededor y busque los pequeños detalles que más recuerdos le traigan. No se detenga hágase daño, tiene que doler para conseguir el objetivo. Recuerde hasta que sienta a esa persona muy cerca suya. Y entonces el último empujón, si es usted lo suficientemente masoquista entonces piense en las cosas que le quedaron sin hacer con esa persona, en los "y sis" que ya no son posibles y en las cosas que le diría si estuviera tan cerca como lo siente. Ahora está usted echando de menos y puede seguir haciéndolo. No existe duración media, el echar de menos puede durar desde 5 minutos a toda una vida.

jueves, 22 de agosto de 2013

Sé tú mismo, los demás ya están cogidos.

¿Y yo qué hago aquí? La eterna pregunta del ser humano. Y la dolorosa falta de respuestas que nos hace sentir irrelevantes. Como si no pintáramos nada en este sitio extraño lleno de gente a la que ni entendemos ni nos entiende. Un cero a la izquierda. Prescindibles en la vida de la gente de nuestro entorno. ¿Notaría alguien que falto si no estuviera aquí? -No lo creo-decimos- cualquiera lo haría igual que yo. Quizás incluso mejor. Quizás hasta le haría un favor al mundo esfumándome...- .El ser humano es estúpido. Un arma de autodestrucción masiva. ¿Y para qué? Entrenamos a nuestra mente para hacerla nuestro peor enemigo. [Si fueras más guapa le gustarías al tío que pasa de ti... Si fueras menos cabezota discutirías menos con tus padres... Si fueras más divertida tendrías más amigos... Si fueras más delgada se te quedarían mirando más veces por la calle... Si fueras más lista podrías estudiar lo que quisieras y no sólo aquello a lo que te llegase la nota... Y bla bla bla.] ¿Y si fueras perfecta? Serías irreal. Aburrida. Monótona. Sin gracia ninguna. Un verdadero tostón del que no se saca absolutamente nada. Necesitamos equivocarnos. Rectificar. Y volver a equivocarnos. Hacer daño a la gente que queremos con acciones erróneas. Decir palabras de más. Gritar a destiempo. Pecar de inocentes queriendo a gente que no lo merecía. Perder el tiempo. Sentirnos los seres más imperfectos del mundo con defectos que nos ganan la partida más de una y dos veces. Ya sé para que sirve nuestra existencia. Estamos aquí para cagarla. Para meter la gamba hasta el fondo y encima con la gente que más queremos. Pensarás qué menuda mierda de misión nos han encomendado pero aún no has leído la segunda parte. Estamos aquí por la gente que ama nuestra imperfección. Que acepta cada uno de nuestros defectos. Que sigue ahí cuando nos equivocamos ayudándonos a rectificar. Que sufre por nosotros tanto como nosotros mismos. Que escucha nuestras palabras de más y gritos a destiempo. Que nos recuerda que hay gente que si merece nuestro amor. Que nos regala todo su tiempo, aunque tenga que buscarlo debajo de las piedras. Que nos hace ser mejores personas porque olvida nuestras debilidades y se centra en lo positivo que tenemos. Que también lo hay aunque no queramos verlo. Estamos aquí para amar la imperfección de los que aman la nuestra. Imperfección única e inimitable en cada ser humano. Aunque para ello tenemos primero que amar la nuestra. Aceptar nuestros defectos, pero también nuestras virtudes. Estamos aquí para sacar nuestra mejor versión personal por aquellos que estuvieron en la peor. Y aunque suene egoísta, sobretodo por nosotros mismos. Para sonreírle cada día a un reflejo en el espejo que nos agrada. 

SIÉNTETE RELEVANTE. NADIE EN ESTE MUNDO PUEDE SER TÚ. 

sábado, 22 de junio de 2013

El ideal es verte sonreír

Siempre he tenido millones de tonterías en mi cabeza, dando vueltas todo el tiempo, sin estarse quietas ni un segundo. Tonterías que solo compartía conmigo misma, por miedo a que nadie pudiese entenderlas.
Y llegaste tú, andando de puntillas y despacio, para que no pudiese escuchar como entrabas en mi vida. Y lo conseguiste. Te ganaste milímetro a milímetro mi confianza y te hiciste un hueco cada día más grande en mi corazón. Te reíste conmigo, de las tonterías que suelto y a nadie le hacen gracia, con esa risa que contagia a todo el mundo y que tanto me gusta. Compartimos momentos únicos durante 9 meses en la misma clase. Charlamos sobre tantas cosas que a veces, y gracias a mi memoria de 3 segundos, ni siquiera recuerdo. Pero recuerdo lo importante. Recuerdo que me has abrazado tan fuerte que he olvidado todas las penas por las que empezaste a abrazarme. Me has dado ánimos cuando yo ya tiraba la toalla. Me has ofrecido todo el cariño que siempre necesito y nunca sé dar, y nunca te ha importado eso. Me has dado los mejores consejos cuando me han hecho falta. Me has enseñado que ser yo misma es siempre la mejor elección. Me has sacado una sonrisa cuando creía que ya no me quedaban motivos. Me has hecho llorar de la risa y has secado mis lágrimas cuando raras veces han aparecido. Y mejor aún, has sabido ver mi tristeza sin lágrimas para poder animarme. Y lo más importante, me has dado toda tu confianza intacta al igual que yo a ti, por lo que has podido escuchar esas tonterías que a nadie más le cuento y que creía que nadie entendería, hasta que vimos que nuestras tonterías eran frecuentemente las mismas y que nadie nos entendía mejor que la una a la otra. Y ahora eres la persona que mejor me conoce, y me alegro de que seas tú. Eres una persona de las que ya no quedan. Quizás no todo el mundo entienda porqué digo esto, ni siquiera tú. Pero hay que conocerte para darse cuenta de que eres alguien especial. Alguien que se desvive por las personas a las que quiere, que mueve montañas para poner una sonrisa en el rostro de sus amigos, que le pone pequeños detalles al día a día que hacen que despertarse valga más la pena, que lo da todo sin esperar nada a cambio. Pero que a la vez hace que despierten las ganas de darle todo lo bueno que cada cual tenga dentro, porque se lo merece. Tú me has hecho creer en mi misma, en que soy capaz, en que tengo muchas cosas buenas que ofrecerle al mundo, en que no tengo que cambiar por nadie sino, a veces, por mi misma para ser más feliz. Me has hecho ver el lado bueno de la vida, aquel en el que estás tú y aquellas personas a las que quiero. Así que ahora quédate conmigo, para toda la vida, porque necesito eso y más para devolverte todo lo que me has dado. Espero que esto sea una buena forma de empezar. Sonríe GUAPA, te lo mereces. Te quiero tanto que no cabe en una entrada. 

lunes, 10 de junio de 2013

Nunca pidas más de lo que has dado

Todos nos hemos sentido así. Como si nada de lo que hacemos valiese para algo. Como si no encontráramos recompensa a nuestro esfuerzo. Como si estuviéramos perdiendo el tiempo en cosas que no nos aportan nada. Como si nadie valorara nuestros pequeños gestos. Y a veces es verdad. Es verdad que no recibimos tanto como damos. A veces ofrecemos todo nuestro amor a alguien que sólo nos quiere a ratos y mal. A veces ayudamos a alguien que no ha hecho nada por nosotros. A veces le regalamos una sonrisa a la vida y ésta nos la quita de un manotazo. Movemos montañas por quien no es capaz de mover una piedra por nosotros. Cruzamos el océano a nado por alguien que creemos que merece la pena y él ni siquiera se mojaría los pies.Nos tragamos el orgullo por la gente que nos importa, aunque ellos nunca lo hagan. Y nos cansamos. Y llegamos al punto que todos conocemos. El de decir: Ya no voy a dar nada por nadie, que lo haga el mundo por mi. Y nos volvemos, o al menos tratamos de mostrarnos, indiferentes a todo. Le ponemos a la vida la peor de nuestras caras, fruncimos el ceño y nos enfadamos con ella. Pensando que quizás se va a compadecer de nosotros y va a empezar a ofrecernos algo mejor. Pero la vida nos devuelve siempre lo que nosotros le damos. Así que sigue dando, ofrece lo mejor que lleves dentro y pon tu mejor cara. No todo el mundo va a darte tanto como tú le des, pero cuanto más des, más posibilidad habrá de recibir algo, ¿O no?

sábado, 8 de junio de 2013

Las mejores cosas vienen en frascos pequeños

La diferencia entre ser y estar feliz es algo que no todo el mundo entiende. Precisamente son los perpetuamente infelices los que no terminan de pillarlo. Ellos están felices a veces. En situaciones de plena euforia. ''Ahora estoy feliz'' dicen. ¿Cuánto dura? No lo suficiente. Pronto descubren algo que destruye su estado de gloria. Y digo descubren porque ellos mismos son los que están constantemente pendientes de esas pequeñas motas de polvo, que podrían pasar por alto y en cambio colocan como pretexto para enturbiar su felicidad. Quien quiere motivos para estar mal siempre los encuentra. Es así de sencillo. Vayámonos a la otra cara de la moneda. Contemos la misma historia en sentido contrario, fijémonos en los pececillos que van a contracorriente. Porque, desgraciadamente, son más los que se fijan en los detalles que estropean la vida que aquellos que le dan más importancia a los que endulzan la existencia. Que los hay, en todas partes y a todas horas, para quien quiere verlos. Eso es ser feliz. Vivir en los pequeños detalles que nos ofrece la vida. Valorar los pequeños gestos de las personas que tenemos a nuestro alrededor. El beso de tu madre al llegar a casa. El saludo especial que tienes con tu padre. Los buenos días de tu abuelo un sábado a la 1 de la tarde. El mote que tienes con tu hermano. Un 'Hoy tienes el guapo subío'. Un '¿Qué tal tu día?. Un mensaje de buenas noches. La sonrisa que te regala alguien a quien no conoces de nada. Un 'Gracias'. Un abrazo. Un guiño. La risa de alguien a quien quieres. O una simple palmadita en la espalda cuando no todo va bien. Y todo lo que se te esté ocurriendo mientras lees esto. Piénsalo, hay más cosas de las que en primera instancia creíamos. Hay miles de pequeñas y bonitas cosas que no vemos por estar ocupados pensando en qué va mal en nuestras vidas. No se trata de sonreír cada minuto de cada día, sino de saber que tienes motivos para seguir a pesar de que tengas ganas de tirar la toalla a veces. Y esos motivos son las personas que nos dan motivos para hacerlo.Busca la felicidad dentro de ti y cuando la encuentres, la encontrarás también a tu alrededor. Quien quiere ser feliz, puede serlo. En ti queda la decisión:¿Ser feliz siempre y estar triste a ratos o condenarse a la infelicidad estando feliz solo de vez cuando? De ti depende. 

(Adivinad de qué lado estoy.)

martes, 28 de mayo de 2013

Reconstrucción

Allí estaba ella. Igual que siempre. Los mismos miedos, las mismas pasiones. No había cambiado nada en absoluto. Era la misma persona de hace años. Pero algo no cuadraba. Algo fallaba. No podía verla con claridad, trataba de esconderse. Mostrar otra cara al mundo, una que no era la suya. Divertida para algunos. Fría con otros. Tímida para la mayoría. Arisca. Seria. Apática. Borde. Facetas que no conocía en ella. Un repertorio de máscaras que nunca imaginé que fuera a necesitar, quizás debí convencerla de que estaba bien tal y como era. Quizás nadie la convenció a tiempo. O quizás ella misma se convenció de todo lo contrario.
Un momento, ¿dónde está ahora? No puedo verla. Estaba ahí, ¿no? Y ahora solo hay un muro de ladrillo que no puedo atravesar. Creo que es su modo de aislamiento. Su modo de asegurarse que nada malo penetre en su vida. Aunque eso conlleve aislarse también de las cosas buenas. Así puede llorar a gusto y que nadie lo sepa. Así puede tener miedo sin que nadie se entere. Y querer mucho a alguien sin que el resto del mundo pueda verlo. Aunque así se pierda saber lo que se siente cuando alguien te escucha y trata de comprenderte. Aunque así sea más débil de lo que ya era por tratar de aparentar lo contrario. Aunque así mucha gente se vaya sin saber que ella les quería. Me pregunto por qué habrá actuado así. ¿Por miedo al rechazo?¿Por pensar demasiado en el qué dirán?¿Por querer agradar a todo el mundo? No creo ni que ella misma lo sepa. Lo que si es seguro es que tratando de agradar a muchos, ha dejado de agradarse a sí misma y ahora no puede salir de su fortaleza. Y cada vez es más estrecha, más alta y más fuerte. Tanto que nadie puede entrar. Y tirarla abajo o escalarla es inútil para aquellos que la quieren y lo intentan. Porque ella ya no sabe que máscara ponerse para engañar a la muralla y tirarla abajo. Porque ha pasado tanto tiempo dentro que no sabe si podrá con lo de fuera. Porque se ha olvidado de su esencia, de cómo era en aquellos tiempos que yo decía al principio. Cariñosa, sincera, despreocupada de la opinión ajena, simpática, reservada pero sociable, siempre alegre. Ella misma. Sin huir de los contratiempos, sin fingir personalidades que no eran la suya propia, sin hacer lo contrario de su voluntad por miedo a fracasar. Sin construir barreras que nadie puede derribar, salvo ella. Espero que alguna grieta de tu muro te permita escucharme:''Reconstruirte depende de ti. PUEDES. PODEMOS.''

miércoles, 24 de abril de 2013

No puedo vivir sin ti, no hay manera.

Un día. Y otro. Y otro más. Todos iguales, el mismo vacío. Un vacío que no se llena. Un vacío que parece irse por momentos, pero solo para volver de nuevo con todas sus fuerzas. Y puede contigo. Pero no quieres aceptarlo o al menos no quieres que nadie lo sepa. Fuerzas una sonrisa, aunque no sabes muy bien para qué, y vámonos que nos vamos. No vas a dejar que esto te hunda, tienes otros motivos para sonreír, ya saldrás a flote, no es la primera vez. Pero no, tu plan se desvanece en un cruce de miradas. Dos segundos y cambiamos la mirada bruscamente. Dos putos segundos que dan para todo. Dos putos segundos que me traen los mejores recuerdos para recordarme que ya no están. Que me hacen sentirme imbécil. Dos putos segundos que me obligan a replantearme las cosas. Que consiguen que quiera olvidar mi orgullo, ir ahí y deciros que ya no puedo más y que esto no tiene sentido. Pero se me han acabado los dos segundos, así que me limito a dejarlo pasar y permitir así que la tristeza me consuma un día más.Un día más con su noche. Una noche más de lucha entre pensar y dormir. Preguntándome qué estaréis pensando vosotras. Una noche más de impotencia. Una noche más de canciones que no sé si volveremos a escuchar juntas. De pensar en abrazos que nunca di y que ahora daría todos juntos. Una noche más de llorar sin lágrimas y terminar escribiendo lo que no soy capaz de decir. Sin querer dormir porque sé que me espera un nuevo día, que de nuevo poco, lo mismo de siempre. Siempre...como si hubiera pasado una eternidad..No, pero lo parece. La vida es una eternidad si falta lo más importante en ella. Me sobran motivos suficientes para pegarle una patada a mi orgullo. Él no va a darme tantos buenos momentos. Nos sobran motivos suficientes para intentar recuperar todo lo que es irreemplazable, al menos a nosotras. Y por intentarlo que no quede, ¿no?

domingo, 14 de abril de 2013

Lo que hay detrás


Saber dónde está el error ayuda a reparar el daño, como cuando te sangra la rodilla al caerte aprendiendo a montar en bici. Sabes que te duele justo ahí y puedes verlo, y pedirle a tu madre que te cure. Claro que, con el dolor físico, siempre es mucho más fácil. El dolor que sentimos por dentro de nosotros mismos es mucho más complejo. Podemos sentirlo pidiéndonos a gritos que le pongamos una tirita. Pero no podemos verlo. No sabemos exactamente dónde está. Duele mucho, pero en tantos sitios a la vez que no lo localizamos. 
Con los problemas pasa un poco de lo mismo. Podemos arreglarlos ,o al menos podemos intentarlo, cuando sabemos que están ahí. Cuando localizamos la zona de dolor. La verdadera impotencia llega cuando tenemos el problema detrás nuestra todo el tiempo. Nos giramos pero es más rápido que nosotros, así que nunca lo vemos. No sabemos que existe. Y vivimos felices, e ingenuos, pensando que todo va bien mientras cargamos con el problema a la espalda.  Y el problema, listo como él solo, se alimenta de nuestra ingenuidad. Y crece. Y crece. Y crece. Tanto que se hace más grande que nosotros. Tanto que empieza a pesarnos. Cada día un poco más, hasta que ya no podemos con él y nos caemos de espaldas a la realidad. Y todo porque nunca supimos verlo. Todo porque nadie nos dijo: Ten cuidado, que lo llevas detrás. Y ahí estás, tirado en el suelo, pensando cuánto tiempo llevan los momentos felices siendo un engaño. Preguntándote a ti mismo cómo vas a quitártelo de la espalda para poder levantarte de nuevo y huir de él. Y si merece la pena el esfuerzo de intentarlo.

lunes, 25 de febrero de 2013

La medicina universal


¿Hay algo más espontaneo que un abrazo? Simple, sincero y cómodo. Momento eterno donde los haya. Es bonito, ¿no? Quieres decirle a alguien cuánto lo quieres y sólo tienes que alzar los brazos, traerlo contigo y apretarlo con todas tus ganas. Y por unos segundos sientes que sostiene tu vida y que te dice: ''Aquí estoy yo''. Y aquello causa en ti tal grado de satisfacción que durará tanto como recuerdes ese instante. Y es que a veces esos segundos no mueren nunca, permanecen en ti para siempre. Porque algunos abrazos se sienten tanto que es imposible olvidarlos. Hablo de esos con sabor a reencuentro,  esos que se han aguantado tanto tiempo que cuando llegan explotan junto con todos aquellos que no se han podido dar.
Hablo de el ''primer abrazo'', ese que te demuestra que tu confianza con esa persona ha crecido tantísimo en tan poco tiempo, que necesita expresarse de algún modo, ¿Y qué mejor modo? Hablo de los abrazos que reconcilian, esos que te hacen pensar cómo diablos has podido ser tan estúpido de enfadarte con una persona que vale tantísimo, los que intentan decir ''Menos mal, no aguantaba un segundo más sin ti.''
Hablo de los abrazos que te dan cuando no los pides.Y cuando uno no los pide es cuando más lo necesita. Esos que recibes con un nudo en la garganta con lágrimas que habías podido aguantar hasta ese momento. Y entonces sientes que aquellos brazos te protegen  y aquella persona te entiende. Y ayuda, bastante. Y estos abrazos, más tarde o más temprano se responden. Necesitan otro de agradecimiento, mucho más alegre, que demuestre lo mucho que le ayudaste. Que diga: ''¿Qué haría yo sin ti?''. Y todo esto sin decir nada, con un simple gesto que dice tantísimo. Que es capaz de expresar lo mejor que llevamos dentro de nosotros mismos, para dejarlo eternamente en el alma de otras personas.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Que la vida te sorprenda.

¿Hay algo más simple que una pompa de jabón?  Y aun así, es motivo suficiente para que un niño la mire perplejo. Es curiosa, la facilidad con que te sorprendes cuando eres pequeño. Lo más mínimo vale. Un caramelo, una flor, un cubo y una pala. Porque cuando eres un niño, es más que eso. El caramelo no es un caramelo cualquiera, es el que acaba de darte tu abuelo diciéndote que se lo ha traído un pajarito. Y dondequiera que esté el pajarito, tu le das las gracias. Una flor es solo una flor hasta que decides cojerla para llevarsela a tu madre y ella, aunque sabe que no va a aguantar más de un día sin marchitarse, la pone en agua para que sonrías. Y un cubo y una pala son  las herramientas perfectas para descubrir un tesoro en la playa o incluso llegar a la China, todo es posible. Pero los niños crecen, y los mismos que se sorprendían, ahora viven un día a día rutinario. Sin sorpresas. Sin emociones ni pequeños descubrimientos. Sin aprendizaje. Sin dejar volar un poco la imaginación.Comprendes que tu abuelo es el pajarito, que tu madre nunca guardó las flores y que la China está demasiado lejos  para llegar desde Punta Umbría.  A medida que te haces mayor, más convencido estás de que ya no te queda nada por ver. Y es precisamente, esa errónea idea, la que nos ciega. Y día tras día matamos al niño que un día fuímos, condenándolo a desaparecer. Y junto al niño, se va la chispa de la vida. Esa que nos hacía despertar saltando de la cama el primer día de colegio. Esa que nos hacía arrancar la flor para mamá. La que nos daba fuerza para seguir cavando. La que nos hizo silbar por si le daba por aparecer al pajarito con un caramelo. La misma que no nos dejaba dormir el día de reyes. La que nos dejaba en Babia por culpa de una pompa de jabón. ¡Qué tontería! Con lo fácil que es ser niño... qué estúpidos son los mayores. Se sienten más maduros por vestir traje y corbata y llevar un maletín, o tener bigote. Y lo cierto, es que sus pajaritos siguen ahí, con el caramelo en el pico, esperando a un niño que ya no está.

domingo, 20 de enero de 2013

MARTA


Ya ha pasado otro año. Hoy es el día, otra vez 20 de enero. Tu día. El día que muchos esperábamos por ser la excusa perfecta para recordarte cuanto te queremos. Y digo cuánto por decir algo porque en realidad dudo mucho que pudiera darte una cifra que reflejara lo que significas para mí. Así que voy a dejar los números a un lado y usaré mejor las palabras, que dicen mucho más. Hace unos pocos de años tratábamos de imaginarnos como seríamos cuando tuvieramos 16 años. Lo que no sabíamos es que el tiempo pasaría tan rápido. Y ahora aquí estamos, como siempre, yo aún sin creerme que tengo 15 y tu con 16, eso no ha cambiado. Y nosotras seguimos siendo las mismas, un poco más viejas.
Llevo toda la mañana sonriendo recordando cosas de cuando aún veíamos este presente demasiado lejos. Cuando hacías el avión por mi casa celebrando un gol del Sevilla, japuti. Cuando me dijiste que te habías alegrado de que el Betis descendiera hasta que te acordaste de mi, de que yo no estaría tan feliz. Cuando tuviste que explicar unas 8753 veces qué me pasaba en la rodilla si la gente preguntaba. Cuando tu mami nos llevaba a ver High School Musical. Por cierto, aún no se me ha quedado pequeña la sudadera jaja. Cuando flipábamos con nuestros primeros móviles, aunque ahora veamos que eran una shit. Cuando te libre de una bromita en Fuenteheridos y gastamos nosotras una mejor con tu papi. Cuando jugábamos al esconder con Víctor en mi cuarto y no había forma de encontrarte porque cabías en todos lados. Cuando no te separabas de tu peine ni para dormir y llevabas siempre tu coleta con tu irremplazable gomilla roja.  Cuando desayunabamos churritos en tu casa. Cuando me enseñabas tu belén de plastilina. Cuando comiamos cereales en tu cocina, eso sí , tu con y yo sin leche. Cuando me dijiste que el momento que peor lo habías pasado de tu vida fue cuando me partí el brazo. Cuando dijiste por el telefonillo: ''Mami, que Pilar se ha hecho un poquito de daño.'' Cuando me decías que era muy fuerte y valiente,yo me lo creía, y cualquier cosa que me pasara me dolía menos. Cuando me ayudabas a abrocharme el botón del pantalón porque yo no podía con una sola mano. Cuando nos viciabamos al Wii Fit, el Rayman Rabbids o el Profesor Layton.  Cuando hablábamos nerviosas por messenger antes de irnos de viaje de fin de curso. Cuando me regalaste un cabo verde que aún llevo, pero ya esta dejando de ser verde. Cuando tenías que enchufarme una lucecita para dormir, porque me daba un poquito de miedo la oscuridad. Cuando lo más importante era haber llegado al Micho 3 y luego sabernos las canciones de flauta ''a boli''. Cuando nos cambiamos las camisetas para la foto del cole. Y podría seguir eternamente, tantos años dan para mucho. Pero ya he sonreído bastante por hoy, ¿y tú? Espero que sí, porque te lo mereces más que nadie. Nadie ha sido capaz de hacerme tan feliz como tú, de hacerme volver a pensar por momentos que los 16 siguen muy lejos, que tengo de nuevo 6 años y que no hay preocupaciones tontas de adolescentes. 
Por eso, Martita, tu eres especial. Por eso hoy, 10 años después, sigo siendo la Pilapi que más te quiere cada día, y que cada año, un 20 de enero, trata de demostrarlo. Felicidades pesito pluma , te quiero mucho.

miércoles, 16 de enero de 2013

El silencio es algo más que no decir nada.


Siempre he querido hablar del silencio. Me resulta curioso, hablar de un intervalo de tiempo en el que no se necesitan palabras. Al fin y al cabo, eso es el silencio, un momento mudo. Pero al silencio se le puede dar varias formas. Una de ellas, es la conocida como el 'silencio incómodo'. Ese instante en el que dos o más personas no saben qué decir y se va tratando de arreglar poco a poco con frases típicas para salir del paso. Yo las llamo frases de ascensor, tipo 'Qué buen tiempo hace, eh?' o 'Está el tiempo revuelto,no?'. Pero hay otro tipo de silencio, uno al que no tantos conocen. Es ese ratito de reflexión que todos necesitamos en nuestras vidas. Esos segundos en los que uno se encuentra con uno mismo e intercambia una charlita con él, así de colegueo. Es así como empezamos a conocer a la personita que llevamos dentro. 
A veces, el silencio es compartido. Pero ya no se trata de salir de el paso con frases de ascensor, más bien todo lo contrario. Cuando elijes a la persona correcta para compartir este momento, no quieres que termine. El silencio puede conectar de tal manera a dos personas que estas no necesitaran palabras para decir todo lo que quieren decir. ¿No es fascinante como no decir nada a veces dice más de lo que habrías sido capaz de decir con palabras?  A veces, las palabras tienen que descansar un poco... y menos mal que son así de perezosas, porque de lo contrario no existiría el silencio. Y el silencio es, a mi parecer, imprescindible para encontrarnos a nosotros y encontrar a otros. Para expresarlo todo cuando no salen las palabras. Para pensar. Para sonreír. Para reír. Para abrazar. Para besar. Para amar y ser amado. Para todo lo que las palabras no pueden decir. Para vivir bien. 

No puedo escribir una entrada que habla sobre el silencio sin mencionar a mi antiguo profesor de Música Don Lutgardo que tanto me enseñó y que siempre decía: ''El silencio también es música.''