domingo, 20 de enero de 2013

MARTA


Ya ha pasado otro año. Hoy es el día, otra vez 20 de enero. Tu día. El día que muchos esperábamos por ser la excusa perfecta para recordarte cuanto te queremos. Y digo cuánto por decir algo porque en realidad dudo mucho que pudiera darte una cifra que reflejara lo que significas para mí. Así que voy a dejar los números a un lado y usaré mejor las palabras, que dicen mucho más. Hace unos pocos de años tratábamos de imaginarnos como seríamos cuando tuvieramos 16 años. Lo que no sabíamos es que el tiempo pasaría tan rápido. Y ahora aquí estamos, como siempre, yo aún sin creerme que tengo 15 y tu con 16, eso no ha cambiado. Y nosotras seguimos siendo las mismas, un poco más viejas.
Llevo toda la mañana sonriendo recordando cosas de cuando aún veíamos este presente demasiado lejos. Cuando hacías el avión por mi casa celebrando un gol del Sevilla, japuti. Cuando me dijiste que te habías alegrado de que el Betis descendiera hasta que te acordaste de mi, de que yo no estaría tan feliz. Cuando tuviste que explicar unas 8753 veces qué me pasaba en la rodilla si la gente preguntaba. Cuando tu mami nos llevaba a ver High School Musical. Por cierto, aún no se me ha quedado pequeña la sudadera jaja. Cuando flipábamos con nuestros primeros móviles, aunque ahora veamos que eran una shit. Cuando te libre de una bromita en Fuenteheridos y gastamos nosotras una mejor con tu papi. Cuando jugábamos al esconder con Víctor en mi cuarto y no había forma de encontrarte porque cabías en todos lados. Cuando no te separabas de tu peine ni para dormir y llevabas siempre tu coleta con tu irremplazable gomilla roja.  Cuando desayunabamos churritos en tu casa. Cuando me enseñabas tu belén de plastilina. Cuando comiamos cereales en tu cocina, eso sí , tu con y yo sin leche. Cuando me dijiste que el momento que peor lo habías pasado de tu vida fue cuando me partí el brazo. Cuando dijiste por el telefonillo: ''Mami, que Pilar se ha hecho un poquito de daño.'' Cuando me decías que era muy fuerte y valiente,yo me lo creía, y cualquier cosa que me pasara me dolía menos. Cuando me ayudabas a abrocharme el botón del pantalón porque yo no podía con una sola mano. Cuando nos viciabamos al Wii Fit, el Rayman Rabbids o el Profesor Layton.  Cuando hablábamos nerviosas por messenger antes de irnos de viaje de fin de curso. Cuando me regalaste un cabo verde que aún llevo, pero ya esta dejando de ser verde. Cuando tenías que enchufarme una lucecita para dormir, porque me daba un poquito de miedo la oscuridad. Cuando lo más importante era haber llegado al Micho 3 y luego sabernos las canciones de flauta ''a boli''. Cuando nos cambiamos las camisetas para la foto del cole. Y podría seguir eternamente, tantos años dan para mucho. Pero ya he sonreído bastante por hoy, ¿y tú? Espero que sí, porque te lo mereces más que nadie. Nadie ha sido capaz de hacerme tan feliz como tú, de hacerme volver a pensar por momentos que los 16 siguen muy lejos, que tengo de nuevo 6 años y que no hay preocupaciones tontas de adolescentes. 
Por eso, Martita, tu eres especial. Por eso hoy, 10 años después, sigo siendo la Pilapi que más te quiere cada día, y que cada año, un 20 de enero, trata de demostrarlo. Felicidades pesito pluma , te quiero mucho.

miércoles, 16 de enero de 2013

El silencio es algo más que no decir nada.


Siempre he querido hablar del silencio. Me resulta curioso, hablar de un intervalo de tiempo en el que no se necesitan palabras. Al fin y al cabo, eso es el silencio, un momento mudo. Pero al silencio se le puede dar varias formas. Una de ellas, es la conocida como el 'silencio incómodo'. Ese instante en el que dos o más personas no saben qué decir y se va tratando de arreglar poco a poco con frases típicas para salir del paso. Yo las llamo frases de ascensor, tipo 'Qué buen tiempo hace, eh?' o 'Está el tiempo revuelto,no?'. Pero hay otro tipo de silencio, uno al que no tantos conocen. Es ese ratito de reflexión que todos necesitamos en nuestras vidas. Esos segundos en los que uno se encuentra con uno mismo e intercambia una charlita con él, así de colegueo. Es así como empezamos a conocer a la personita que llevamos dentro. 
A veces, el silencio es compartido. Pero ya no se trata de salir de el paso con frases de ascensor, más bien todo lo contrario. Cuando elijes a la persona correcta para compartir este momento, no quieres que termine. El silencio puede conectar de tal manera a dos personas que estas no necesitaran palabras para decir todo lo que quieren decir. ¿No es fascinante como no decir nada a veces dice más de lo que habrías sido capaz de decir con palabras?  A veces, las palabras tienen que descansar un poco... y menos mal que son así de perezosas, porque de lo contrario no existiría el silencio. Y el silencio es, a mi parecer, imprescindible para encontrarnos a nosotros y encontrar a otros. Para expresarlo todo cuando no salen las palabras. Para pensar. Para sonreír. Para reír. Para abrazar. Para besar. Para amar y ser amado. Para todo lo que las palabras no pueden decir. Para vivir bien. 

No puedo escribir una entrada que habla sobre el silencio sin mencionar a mi antiguo profesor de Música Don Lutgardo que tanto me enseñó y que siempre decía: ''El silencio también es música.''