domingo, 9 de octubre de 2011

¿Harías tú lo mismo?

Muchos hablan sobre eso de luchar. De luchar por lo que se quiere. Piensan que luchar por sus intereses les hace fuertes. Es más, se echan flores ellos mismos por ésto.
Pero, ciertamente, pocos pueden hablar de haber luchado de verdad.
Algunos piensas que luchar es saber llegar fácilmente a la meta. Conseguir rápido tus propósitos o tenerlo casi todo al alcance de la mano.
Pero se equivocan.
Los que de verdad han luchado en esta vida saben que luchar no es nada fácil. Saben que la meta a veces puede estar muy lejos, que se van a cansar muchas veces por el camino y no van a poder pararse a beber agua. Saben que los propósitos son todo eso que queremos, y muchas veces están muy lejos  de nuestro alcance.
Pero es entonces cuando entra en juego la verdadera lucha.
Puede que a menudo, el camino se te haga muy largo y no veas el final del túnel. Sí, siempre habrá algún gracioso que te dirá que el hace eso con los ojos vendados, en pocos segundos. Pero bueno, es entonces cuando te das cuenta de que la dificultad de todo no está en la velocidad ni en el tiempo que tardes en llegar, sino en aguantar. En tu propia resistencia.
Porque cada uno tiene sus propias limitaciones, y puede que haya cosas que alguien pueda hacer y tú no. Cosas que te cuesten más y cosas que te cuesten menos.
Pero ahí esta el kit de la cuestión. Porque granito tras granito se puede hacer una gran montaña, una montaña llena de...paciencia, sí. Y esfuerzo tras esfuerzo, todo se consigue.
Supongo que todos esos que piensan haber luchado, tienen motivos para pensarlo.
Sí, luchar por la propia felicidad es algo bastante fácil.
Pero las personas fuertes de verdad son aquellas que, haciéndose daño a sí mismos, hacen feliz a otra persona.
Eso ya es más complicado.
Sin embargo si hablamos de luchar por lo que se quiere, hay que incluir a esas personas que queremos, ¿no?
Pues eso es ser fuerte:
Sacrificar tu sonrisa por la del de al lado.