miércoles, 20 de febrero de 2013

Que la vida te sorprenda.

¿Hay algo más simple que una pompa de jabón?  Y aun así, es motivo suficiente para que un niño la mire perplejo. Es curiosa, la facilidad con que te sorprendes cuando eres pequeño. Lo más mínimo vale. Un caramelo, una flor, un cubo y una pala. Porque cuando eres un niño, es más que eso. El caramelo no es un caramelo cualquiera, es el que acaba de darte tu abuelo diciéndote que se lo ha traído un pajarito. Y dondequiera que esté el pajarito, tu le das las gracias. Una flor es solo una flor hasta que decides cojerla para llevarsela a tu madre y ella, aunque sabe que no va a aguantar más de un día sin marchitarse, la pone en agua para que sonrías. Y un cubo y una pala son  las herramientas perfectas para descubrir un tesoro en la playa o incluso llegar a la China, todo es posible. Pero los niños crecen, y los mismos que se sorprendían, ahora viven un día a día rutinario. Sin sorpresas. Sin emociones ni pequeños descubrimientos. Sin aprendizaje. Sin dejar volar un poco la imaginación.Comprendes que tu abuelo es el pajarito, que tu madre nunca guardó las flores y que la China está demasiado lejos  para llegar desde Punta Umbría.  A medida que te haces mayor, más convencido estás de que ya no te queda nada por ver. Y es precisamente, esa errónea idea, la que nos ciega. Y día tras día matamos al niño que un día fuímos, condenándolo a desaparecer. Y junto al niño, se va la chispa de la vida. Esa que nos hacía despertar saltando de la cama el primer día de colegio. Esa que nos hacía arrancar la flor para mamá. La que nos daba fuerza para seguir cavando. La que nos hizo silbar por si le daba por aparecer al pajarito con un caramelo. La misma que no nos dejaba dormir el día de reyes. La que nos dejaba en Babia por culpa de una pompa de jabón. ¡Qué tontería! Con lo fácil que es ser niño... qué estúpidos son los mayores. Se sienten más maduros por vestir traje y corbata y llevar un maletín, o tener bigote. Y lo cierto, es que sus pajaritos siguen ahí, con el caramelo en el pico, esperando a un niño que ya no está.

2 comentarios:

  1. Siempre queda algo de ese niño que fuimos en el pasado, y entiendo que debe quedar, porque si no estaríamos perdidos. Yo al menos así lo siento y a veces no me creo la edad que tengo, sólo me lo recuerda los pequeños desgastes que la edad va produciendo en mi cuerpo, pero mi mente se resiste una vez y otra y mientras pueda seguiré resistiéndome, porque siempre debe existir la "ilusión" por algo el porqué no importa.

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  2. Muy bueno, Pilar. Encierra tu capacidad de sorprenderte en esa pompa de jabón, blíndala de un material resistente, y consérvala. Que siempre te acompañe, que no se desvanezca,porque será señal de que vivirás sin caer en el tedio. Que así sea.

    il guerriero della maschera della betica City Nord

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